Que la belleza puede vestirse de escultura y susurrarte al oído que la paz es posible;
que la esperanza puede soplarte música blanca,
que el amor es sublime gesto en el universo,
que la emoción recorre la carne como recorre el mar;
que no estamos solos y siempre alguien vela por nosotros,
que la armonía danza sin parar desde los brazos del hombre,
que hemos nacido para la perfección más sublime…
Todo esto y mucho más se desprende de estas figuras modeladas con inspiración celestial.
Son las obras de Gaylord Ho, diseñadas en la sólida hermosura de la materia y escapando de la misma hacia el corazón de la vida.
Gaylord Ho (1950). Taiwan
Artista descubierto en Artodyssey: