La isla de los muertos, Arnold Boecklin
Los tesoros de Satán, Jean Delville
Dánae, Gustav Klimt
Maternidad, Gaetano Previatti
La madre del diablo, Giovanni Segantini
Mirada a la infinitud. Ferdinand Hodler
El elegido, Ferdinand Hodler
Alegoría de la poesía, Santiago Rusiñol
Los Ángeles de la noche, Degouve de Nuncques
Interior. Vilhelm Hammershoi
Phaeton. Odilon Redon
El símbolo abre puertas. Y los simbolistas lo sabían. Tomaron símbolos universales: el amor, la muerte, la soledad, el más allá, Dios y el diablo…y les dieron formas. Cada forma debía sugerir un río de sensaciones; debían tocar lo profundo y despertar una pequeña exaltación en el alma del espectador; o levantar una montaña de misterios; o llevarle al porqué de su propia existencia. La imagen ya no reproduce; ahora evoca.
El simbolismo enraiza en el romanticismo, pero prescinde de su lirismo y sentimentalismo y va directo al impacto. Nos trae ideas; las intelectualiza, pero sobre todo las poetiza, transformándolas en sueños (o pesadillas). Se inicia así un camino que puede transitar lo oculto o el lado profundo de la mente; y el posterior surrealismo será el que tome el relevo.
No todos los pintores usaban símbolos universales; algunos recurrían a una simbología propia, interna, hermética y cargada de tensión, con lo que nacían pinturas extrañas y fascinantes.
Tras estos delirios pictóricos resurgirá el realismo con su intento de volver los ojos al mundo material. Pero la puerta de la subjetividad, los sueños, la emoción y la irracionalidad ya ha quedado completamente abierta.
Edipo y la esfinge, Gustave Moreau
Musa del arte. Alphonse Osbert
Vértigo. Leon Spilliaert
El sueño. Pierre Cecile Puvis de Chevannes
La esperanza. George Frederick Watts
El amor de las almas. Jean Delville
Saber más: http://es.wikipedia.org/wiki/Simbolismo#Pintura_simbolista